martes, 19 de marzo de 2013

RAZÓN DE SER CREYENTE

     Ayer estuve un rato con un viejo compañero de instituto a quien hacía mucho que no veía. Estuvimos hablando, lo típico, ¿cómo te va?, ¿a qué te dedicas?...
     El caso es que hubo un punto, no recuerdo a raíz de qué, que empezamos a hablar sobre temas profundos, y me llamó la atención, aunque sería más correcto decir que me llamó la atención recordar después de mucho tiempo (porque ya sabía como era) lo pesimista que era esta persona ante la vida.
    Me ofreció su visión sobre la vida, él se definía como un nihilista (que viene de nihil, nada), decía que la vida no tenía sentido, que estábamos aquí por casualidad viviendo una vida que tocaba vivir porque no quedaba más remedio, que la felicidad, el amor, nada de eso existía, simplemente eran palabras vacías que habíamos creado para llenar un vacío existencial que tenemos en la vida, con la vana esperanza de engañarnos a nosotros mismos para pensar que merece la pena vivir la vida. También decía que no tenía sentido formar una familia, y que nuestros padres habían tomado esa decisión con la vana esperanza de llenar un vacío emocional que tenemos en nuestras vidas.

     Parece como si estuviera hablando el típico viejo cascarrabias y amargado, pero no, quien decía esas palabras era un chaval de 20 años, una edad a la que se supone que estamos llenos de expectativas y esperanzas, dispuestos a comernos todo un futuro que tenemos por delante.
     Me vienen a la mente una serie de preguntas:
     ¿Qué relación tiene con su familia?, porque según lo que me cuenta debe de ser una mierda, me está diciendo que no se siente querido por sus padres.
     Si la vida es tan trágica y no merece la pena vivirla, ¿por qué no se suicida?, eso pondría fin a su sufrimiento, desde luego ha tenido tiempo para hacerlo, si no lo ha hecho, hay 2 opciones, la primera es que piense que tenga el mismo sentido vivir la vida que no vivirla, y por tanto, como da igual no toma esa decisión; la segunda, en el fondo sabe que la vida tiene sentido y que merece la pena seguir viviendo, por tanto aun se aferra a seguir viviendo con la esperanza de que algún día encuentre algo que lo haga feliz.
     Otra cosa absurda, es la de que la felicidad, el amor... son palabras vacías, que no significan nada. Me parece absurdo porque nosotros ponemos nombre a las cosas para representar simbólicamente una realidad que percibimos, ¿qué sentido tiene ponerle nombre a algo que no existe, a algo que por tanto no está en nuestra cabeza?, es como si los trogloditas hablasen de la televisión o de los coches, es absurdo. Otra cosa es que se decida decir la palabra(como suelen hacer los típicos que quieren imponer su forma de pensar, empleando eufemismos), vaciando su contenido, pero eso es otra cosa a parte, y desde luego, esa artimaña que hacen algunos, se hace sobre algo que ya existe.
     Después de escuchar a esta persona, me alegro de ser creyente, además viéndole a él diría que es lo más inteligente.
     Pongámonos en el caso más desfavorable y supongamos que este chaval tiene razón, que la vida es una mierda, no tiene sentido y estamos aquí por casualidad. Si solo tenemos esta vida, creo que lo más inteligente sería aprovecharla, tratar de ser felices, y no malgastar el tiempo lamentándonos y viviendo como unos amargados. Estoy seguro, de que si toda la energía que desperdicia este chaval lamentando el trágico episodio que le toca vivir, la dedicase en tratar de mirar el lado bueno de las cosas, su vida daría un cambio radical.
     Es cierto que hay las mismas razones para pensar en el lado bueno y en el lado malo de las cosas, por ejemplo, una persona que va a tomar una decisión importante en su vida como es la de formar una familia, no sabe si va a salir bien o no (si esto fuera así, que fácil sería la vida), pero apuesta porque salga bien, porque desde luego, tener fe en que las cosas salgan bien y ver el lado bueno de las cosas es la decisión más inteligente que podemos tomar.

     Por último os dejo esto como curiosidad.     
     Hay un psicólogo, llamado Martin Seligman, que hizo una encuesta para ver los atributos que hacían a una persona feliz, y descubrió una serie de cosas.
     El dinero no da la felicidad, tampoco los placeres y que toda persona feliz es altruista. También descubrió que las personas creyentes suelen ser más felices (viendo el ejemplo de este chaval, desde luego no me extraña) porque en los momentos duros de la vida, una persona no creyente dice, no tengo a nadie, pero una persona creyente dice, por lo menos tengo a Dios, y eso le ayuda a seguir adelante.
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