Supongo que os habréis fijado en que la decadencia
de valores en la que vivimos va de la mano de una sociedad más impaciente. En parte se debe a las
nuevas tecnologías, tienen muchas cosas buenas, pero tal vez abusar de ellas no
sea la mejor opción. Por ejemplo, con internet, ahora es muy fácil encontrar
las cosas que buscamos, tan solo tenemos que teclear la página web a la que
queramos acceder y pulsar un botón, o con los móviles, que podemos comunicarnos
instantáneamente con las personas que queramos, aunque estas personas se
encuentren muy lejos de nosotros. Sin embargo, hace años esto sería cosa de
magia, y había que ser más paciente y esforzarse más por buscar algo, hablar
con alguien… No digo que tengamos que volver a ir en taparrabos, pero como dijo Paracelso, la dosis hace el veneno.
Si uno abusa del uso de las tecnologías se acostumbra
a no esperar, y esto puede ser un problema, pues en la vida hay que
tener fuerza de voluntad para no dejarnos llevar por lo primero que nos plazca,
y así no perder el control de nosotros mismos, y seguir luchando aunque parezca
que está todo perdido, es en definitiva, lo que vengo diciendo en todas estas
últimas entradas, perseverar en el intento de ser mejores personas y no
dejarnos llevar por el camino fácil, que no suele ser el correcto. Es algo
difícil, pero la voluntad es como un músculo, si se entrena día a día, en los
pequeños detalles de la vida cotidiana y de nuestras relaciones con la gente de
nuestro alrededor, va cogiendo fuerza.
La imagen que he escogido es porque la impaciencia la
veo con la forma de un dedo pulsando el botón de despegue de un cohete, porque
simboliza lo fácil que puede ser realizar el simple gesto de pulsar un botón
para conseguir un sueño que ha estado presente en la humanidad durante,
prácticamente toda la historia.
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